Ou-sama no Proposal 5

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Capítulo 5 – Bruja

Ese mismo día, por la noche, en la sala de dirección ubicada en el centro del Jardín, Mushiki estaba recibiendo el reporte del estado de Ruri por parte de Elluc.

“… Eso es todo. Perdió mucha sangre, pero al menos su vida no corre peligro. Aunque, la verdad, no quiero ni imaginar lo que habría pasado de no recibir tratamiento a tiempo.”

Dijo Elluc, golpeando la pequeña tabla con la hoja del informe. Mushiki, que estaba sentado al otro lado de la mesa, suspiró de alivio.

Luego del ataque, Mushiki contactó rápidamente con el Jardín para que llevaran a Ruri al área médica, pero como todos se preocuparían si veían a la directora con una expresión como la que tenía, decidieron que lo mejor sería que él esperara aquí. Fue duro para él, pues la ansiedad se había apoderado de su cuerpo hasta el momento de recibir este informe. No obstante, todavía no era momento para relajarse.

Mushiki apretó con fuerza los dientes y puso una expresión complicada. Al darse cuenta de que algo no estaba bien, Elluc cruzó los brazos y le preguntó.

“… Saika, ¿qué rayos fue lo que pasó? Todavía me parece increíble que Ruri haya quedado en ese estado.”

“…”

Pero Mushiki no respondió. No podía responder a eso. Elluc, al darse cuenta de esto, suspiró.

“… Supongo que no puedes decirlo. Está bien, si no lo dices es porque habrá alguna razón.”

“… Disculpa.”

“No te preocupes. Pero espero que me lo cuentes algún día.”

Elluc se dio la vuelta, pero, antes de salir de la habitación, Mushiki le habló desde atrás.

“Elluc.”

“¿Um?”

“¿Recuerdas a mi sirvienta… a Kuroe? ¿Cuándo fue que la conociste?”

Elluc se vio extrañada por la pregunta de Mushiki.

“Con sirvienta… te refieres a esa mujer de ropa negra, ¿no? La primera vez que la vi fue en la anterior reunión. ¿Por qué lo preguntas?”

“… Ya veo.”

Luego de un corto silencio, Mushiki respondió eso moviendo levemente la cabeza de derecha a izquierda.

“Cuida de Ruri, por favor.”

“Mm, claro.”

Elluc respondió eso y salió de la sala de dirección. Al mismo tiempo que la puerta se cerró, el despacho quedó totalmente en silencio.

“…”

Mushiki se levantó lentamente, parándose frente al espejo de cuerpo completo que estaba al fondo de la sala, viendo fijamente el reflejo que allí se encontraba. Era el reflejo de una hermosa mujer siendo iluminada por la luz de la luna que entraba por la ventana.

Kuozaki Saika. La maga más poderosa del mundo, la directora de este Jardín y la persona que robó el corazón de Mushiki, su primer amor. Aquella mujer, de la cual ahora él era dueño de su figura. Luego de conocerla y de que ella le encomendara su poder, él había estado viviendo una doble vida, todo para derrotar a aquel que la atacó, todo para recuperar la conciencia de Saika. Él nunca olvidó ese objetivo, tampoco bajó la guardia, sino que hizo todo lo que podía y estaba a su alcance. Pero, al final, esto fue lo que consiguió. Sabía que era imposible conseguirlo, lo entendía muy bien, pero tampoco podía negar que en alguna parte de su cabeza estaba siendo optimista, así como tampoco podía negar que, con cada día que pasaba, más se acostumbraba a este poder llamado “magia”. Como consecuencia, consiguió la confianza dudosa de que, tal vez con el cuerpo de su gran amor, el cuerpo de Kuozaki Saika, podría derrotar a su enemigo. Pero ahora estaba experimentando una gran impotencia y odio hacia sí mismo, sobre todo por el hecho de que no podía hacerse con aquello que le faltaba y necesitaba para cumplir su objetivo… el sentimiento de venganza para matar a como diera lugar al enemigo de Saika.

“… Aah…”

Pero ahora era diferente. Ahora había reconocido a esa persona como un “enemigo” y, luego de ver incluso a su hermana menor herida por este, el fuego de una gran determinación comenzó a expandirse en su interior.

(¿Cómo se atreve a hacerle eso a Ruri, mi linda hermana? ¿Cómo se atreve a hacerle eso a Saika, la persona a la que amo?)

“No se lo perdonaré jamás.”

Mushiki dijo eso en voz baja, pero con un tono pesado. Y, para dar ese gran paso, apoyó ambas manos en el espejo frente a él.

“… Saika-san, lo siento. Estoy a punto de hacer algo muy imprudente.”

Así, habiendo tomado una decisión…

“Pero, por favor, préstame tu poder.”

cuidadosamente besó el reflejo en el espejo.

 

 

Al abrir la puerta en la parte trasera de la sala de dirección, un inmenso jardín se extendía al otro lado. En los laterales de un camino pavimentado se encontraban árboles y plantas bien cuidadas. Ya estaba oscureciendo, por lo que el lugar estaba siendo iluminado débilmente por las luces de los alrededores. Por supuesto, se suponía que este era el último piso del edificio de la zona central, por lo que era imposible que existiera un espacio tan grande detrás de una puerta. No obstante, esto era posible gracias a la magia, uniendo una parte con otra en una localización diferente.

Al principio Mushiki no sabía cómo utilizar bien esta puerta, y muchas veces terminó en lugares realmente extraños, pero finalmente se había acostumbrado a este tipo de magia. Luego de verificar que estaba en el lugar que imaginó en su cabeza, dio un paso adelante y cerró la puerta. Este era el jardín principal de la mansión de Saika, ubicada en la parte norte del Jardín. Mushiki caminó hacia el fondo, hacia la majestuosa mansión.

“…”

Y cuando llegó al centro del jardín, allí estaba una chica esperándolo.

“Mushiki-san. ¿Cómo se encuentra la caballero Fuyajou?”

Dijo la chica. Esa fue la pregunta de Karasuma Kuroe, con la misma cara inexpresiva de siempre. A cualquiera le podría parecer extraño el hecho de ver a Kuroe parada aquí sin más, pero Mushiki no se sorprendió. Después de todo, fue él quien la llamó a este lugar. Sí, él fue quien la llamó, pues tenía algo que preguntarle a toda costa.

“… Al menos su vida no corre riesgo.”

Mushiki respondió con una voz pesada, como si algo lo estuviera aplastando por dentro.

“Ya veo. Me alegro mucho… Aunque, la verdad, no pensé que fuera a atacar de esa forma tan pronto. Parece que ya llegó el momento decisivo. Mushiki-san, debes estar listo.”

Dijo Kuroe con total seriedad. Mushiki se la quedó viendo por un rato y luego habló.

“Yo…”

“¿Sí?”

Respondió Kuroe, extrañada. Mushiki siguió con sus palabras sin desviar la mirada.

“Yo te estoy realmente agradecido, Kuroe… Cuando fui atacado por esa persona que quería matar a Saika-san y me fusioné con ella, no entendía nada de lo que estaba pasando, pero tú me ayudaste. Si no hubieras estado conmigo, es probable que hubiera causado más problemas de los que ya he causado.”

“No te preocupes por eso. Es mi deber como sirvienta de Saika-sama.”

Kuroe respondió con una posición erguida. Su forma de hablar y de actuar era perfecta, la actitud perfecta de una sirvienta. Sí, como si estuviera muy apegada al “papel” de sirvienta. Mushiki tomó un leve respiro y finalmente lo dijo.

“Pero por eso quiero que me respondas con total sinceridad, por favor.”

“¿…? ¿De qué estás…?”

“Kuroe… ¿quién eres en realidad?”

Apenas Mushiki dijo eso… Kuroe dejó de hablar. Sus dos ojos miraron directamente a los de Mushiki, una mirada difícil de leer. Él por su parte trató de que no percibiera sus nervios y, a medida que los latidos de su corazón aumentaban, prosiguió.

“… Me enteré de que Saika-san nunca tuvo una sirvienta. Kuroe, tú apareciste en el Jardín el mismo día que yo llegué aquí… Por eso te lo preguntaré una vez más. ¿Quién eres realmente? ¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué te presentaste como la sirvienta de Saika-san aun cuando sabías que yo no recuerdo nada?”

A pesar de sus dudas, Mushiki no pensaba en culpar o sospechar de Kuroe de ser la atacante, porque ni siquiera él mismo lo creía. Lo que sí tenía claro era que ella le estaba ocultando algo. Por eso hizo esas preguntas, para poder quitarse las dudas de su cabeza.

“…”

Kuroe se quedó callada por unos instantes ante las palabras de Mushiki. Pero, finalmente, soltó un suspiro desde lo más profundo de su ser…

“… Pues vaya, ¿finalmente te diste cuenta?”

Y entonces una sonrisa apareció en su rostro.

“¡…!”

Mushiki sintió cómo los vellos de su cuerpo se levantaron al ver una expresión que Kuroe jamás había mostrado nunca y una forma de hablar igual de inusual. Ella no se transformó en otra persona o hizo que apareciera algún monstruo por detrás, simplemente cambió su forma de hablar y su expresión. Fue entonces cuando Mushiki se dio cuenta de que la chica delante de él era una persona completamente diferente a la que había conocido en estos días.

“¿Quién eres? ¡¿Quién eres tú…?!”

Mushiki sintió el nerviosismo en su cuerpo, adoptando una posición para estar en guardia. Al ver esto, Kuroe se río de él.

“Bien, muy buena reacción… ¡Aunque todavía te falta mucho para perfeccionarla!”

Al siguiente instante, perdió de vista el cuerpo de Kuroe por tan solo un segundo, y antes de que pudiera darse cuenta ya estaba frente a él.

“¿Eh…?”

Teletransportación… o tal vez no. Parecía que simplemente se había movido muy rápido, con tal velocidad y agilidad que Mushiki no pudo reaccionar a esos movimientos. Trató de usar alguna magia, pero era muy tarde. Kuroe ya estaba a una distancia en la que lo podría atrapar. Con ese impulso, Kuroe chocó su cuerpo contra el de él y lo lanzó hacia atrás.

“¡Guuh…!”

Mushiki cayó sobre su trasero en el duro pavimento, pero rápidamente alzó la mirada. Aunque ahí es donde surgió la incongruencia… Mushiki había sido empujado, pero su cuerpo no recibió ningún daño en realidad. Kuroe claramente había golpeado su cuerpo y le dolía en la parte donde lo golpeó, pero solo era eso. Si Kuroe de verdad fuera su enemiga, su ataque habría causado un daño fatal. Pero…

“¡¿…?!”

Mushiki nuevamente se quedó sin palabras. Miró hacia el lugar que tenía Kuroe a sus espaldas, el lugar en el que había estado parado hacía unos segundos. Allí, una gran aguja había caído desde el cielo.

“¿Ah…? ¡¿Eh…?!”

La aguja se clavó en el suelo, destrozando el espacio alrededor haciéndolo pedazos con la onda de choque que produjo al caer. Mushiki observó todo eso viéndolo desde detrás del hombro de Kuroe, que al parecer lo había protegido.

“… Por Dios… Parece que a alguien le gusta hacer ataques llamativos.”

Kuroe suspiró al mismo tiempo que se dio la vuelta para ver el imponente edificio del revés que estaba justo detrás de ella. Luego, aquel edificio invertido desapareció en medio de una ráfaga de luz, una luz tan brillante que por un momento mareó a Mushiki. Pero cuando la luz desapareció por completo, Kuroe y Mushiki se encontraban ahora en un espacio totalmente diferente.

“Esto es…”

Era la ciudad laberinto construida por una gran cantidad de rascacielos. Mushiki se quedó sin aliento al ver nuevamente este escenario.

“¿Qué significa esto? ¿No eras tú el enemigo…?”

“… Ja. Ya quisiera que así fuera. Al menos así todo esto tendría sentido y sería más interesante.”

Kuroe sonrió mientras respondía, aunque su expresión, a diferencia de como estaba actuando, era la de alguien nervioso. Fue entonces cuando él se dio cuenta de que Kuroe estaba sangrando a montones por la espalda. Sí, Kuroe no había empujado a Mushiki con la intención de atacarlo, pero entonces se dio cuenta de que una gran aguja caía desde el cielo y usó su propio cuerpo para protegerlo.

“¡…! ¡Kuroe, estás sangrando…!”

“… Sí, parece que recibí muy mal el ataque. Pero ahora lo importante es que tengas cuidado. Finalmente está aquí… nuestra diosa de la muerte.”

Luego de decir eso, Kuroe perdió las fuerzas y cayó al suelo. Había perdido la consciencia. Todavía respiraba, pero estaba perdiendo demasiada sangre y era necesario llevarla con urgencia a que la curaran. Pero aquello era imposible, y más ahora. 

En respuesta a las palabras que Kuroe había dicho, la figura de alguien comenzó a emerger desde la oscuridad. Era la figura de alguien cubierta por una gran túnica, con solo la boca siendo levemente visible desde su capucha. Era como si quisiera evitar a toda costa que vieran su rostro, pero incluso así se podían ver claramente los cuatro emblemas del mundo en su cabeza.

“¡…!”

No había duda de ello, era aquel repudiado mago, o tal vez maga, que había infligido una herida de muerte a Saika, que había perforado el pecho de Mushiki y también herido gravemente a Ruri hoy.

“Ah… ¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!!”

Apenas Mushiki reconoció esa figura, apretó la mano derecha con fuerza y la extendió hacia delante. Rápidamente, los emblemas del mundo brillaron sobre su cabeza, emblemas que formaban la figura de un anillo con la imagen de un ángel al borde de un sombrero de bruja. Era una primera manifestación, una de las técnicas de manifestación capaz de extraer y reproducir fenómenos de su propio mundo. Aquello que no pudo dominar en la clase de hacía unos días, ahora lo utilizó con total naturalidad.

Unas esferas de luz comenzaron a emerger alrededor de Mushiki. Luego, cuando él movió violentamente su mano, las esferas de luz recorrieron la distancia que los separaba a una gran velocidad para impactar en el mago encapuchado.

“…”

Pero… en el momento que las esferas de luz se acercaron al mago, de repente fueron desviadas de su trayectoria, impactando justo detrás de él. Las esferas de luz que había formado Mushiki explotaron a las espaldas del mago.

“¿Qué…?”

Mushiki no podía creer lo que estaba viendo, y no era para menos. Después de todo, el mago no había esquivado ni se había defendido del ataque, sino que el ataque se desvió en contra de la voluntad de Mushiki, como si no quisiera o pudiera dañar al mago. En medio de la confusión de Mushiki, el mago movió la boca, que se veía débilmente al otro lado de la capucha, formando una sonrisa.

“Ni siquiera lo intentes. Nadie puede vencerme dentro de esta dimensión.”

“¿Eh…?”

Mushiki se volvió a quedar sin aliento. La razón era simple: él reconoció, o más bien, ya conocía esa voz, pero era imposible. Mushiki se vio envuelto en una gran confusión mientras miraba fijamente a la persona que tenía delante. Mientras, el mago, que se estaba divirtiendo con sus reacciones, movió lentamente el brazo para mostrar su rostro. Al mismo tiempo que lo hacía, un hermoso y largo cabello fue liberado, y los cuatro emblemas sobre su cabeza brillaron con más intensidad.

“…”

Al ver esa figura, el cuerpo de Mushiki se quedó totalmente congelado. Después de todo, la persona que tenía delante era…

“¿Saika-san…?”

Kuozaki Saika, una persona con el mismo rostro que tenía Mushiki ahora mismo.

“Hola, mi “otra yo”. Ha pasado mucho tiempo, o tal vez no tanto. Para ser sincera, no esperé que sobrevivieras a esas heridas. Vaya, aunque esté hablando de mí misma, no puedo más que alabar esas ganas de vivir.”

De forma casual, el mago… Saika saludó a Mushiki.

“¿Qué…?”

Mushiki no podía creer lo que estaba viendo, y casi inconscientemente tocó su rostro, como si estuviera tratando de comprobar que fueran iguales.

“¿Qué rayos… es todo esto…?”

“Jaja, ¿de qué te sorprendes? Aunque… umm, con que “Saika-san”. Entiendo que sea complicado de entender, pero tampoco tienes que actuar como si fuéramos unas completas desconocidas… Ah, ya…”

Saika dijo eso con una gran fascinación mientras observaba el cuerpo de Mushiki de arriba abajo.

“¿Es posible que… “tú” no seas “yo”?”

“¡…!”

Mushiki al escuchar eso se estremeció. Saika en cambio se rio de su reacción.

“Parece que tengo razón. Ya veo, eso explica todas esas reacciones curiosas que has tenido. Imagino que utilizaste el hechizo de fusión para unir tu vida a la de alguien y así poder sobrevivir. Dios santo, pero qué deseo tan enfermizo por la vida. Esto sería más fácil para ambas si hubieras perecido en ese lugar.”

Dijo Saika en un tono deprimente. Pero, para ser exactos, su figura y la que Mushiki conocía no eran iguales, empezando por supuesto por su vestimenta. Su cabello estaba un poco más largo y revuelto mientras que los emblemas encima de su cabeza tenían una forma más afilada. Debajo de sus ojos de colores brillantes tenía unas ojeras, lo que dejaba ver su fatiga y cansancio. Pero, aparte de eso, toda su figura completa era igual a la de Kuozaki Saika.

“¿Tú eres… Saika-san…?”

“La misma. ¿Y tú eres…?”

“… Mi nombre es Kuga Mushiki.”

“Mushiki. Qué mala suerte tuviste. Déjame disculparme en nombre de mi otra yo, pues parece que te metió en un gran aprieto.”

“… ¿Qué es todo esto? ¿Saika-san tenía una hermana gemela o algo así? ¿O acaso se copió a sí misma usando magia?”

“Jaja, qué gran imaginación tienes. Pero tampoco te equivocas, ciertamente existen hechizos para copiar la figura de otra persona. Pero… de haber alguien capaz de replicar incluso mi cuarta manifestación, no me quedaría otra que llamar a esa entidad un dios.”

Entre una risa, Saika se puso el dedo pulgar contra el pecho.

“Yo soy la verdadera Kouzaki Saika, solo que una versión un poco más adelante en el tiempo.”

“Ah…”

Mushiki se quedó con la boca abierta al escuchar esas palabras.

“¿Entonces… eres la Saika-san del futuro?”

Aquella confesión fue tan repentina que no pudo procesar de inmediato, por eso se confundió y sus pensamientos quedaron paralizados por unos momentos. Pero rápidamente recordó algo, recordó algo que Kuroe le había dicho el mismo día que despertó en el “Jardín”.

(También existen frutos del conocimiento capaz de crear armas que destruyen estrellas, fenómenos sobrenaturales que causan desastres naturales al momento de su aparición… Un enjambre de langostas doradas que pueden devorar todo a su paso, la enfermedad de la muerte que tiene un gran porcentaje de letalidad e infecciosidad, una persona que viaja en el tiempo para cambiar el paso de la historia o un gigante de fuego que quema todo a su alrededor… Todas esas cosas son existencias que traen todas las posibles causas que llevarían a este mundo a su destrucción. Nosotros los llamamos “Factores de Destrucción”.)

Es verdad, Mushiki ya había escuchado de esto antes.

… Una vez, alguien del futuro llegó a este mundo, y esto también estaba relacionado a uno de esos Factores de Destrucción. Solo que, esta vez, aquella persona del “futuro” no era quien pensaban que sería. Al final, en retrospectiva, el asunto en sí era muy sencillo de entender. Después de todo, la única que podría ganarle a la maga más poderosa del mundo, Kuozaki Saika, sería la misma maga más poderosa del mundo. Pero, a pesar de entender eso, las dudas todavía perseguían a Mushiki, quien movió sus temblorosos labios y preguntó.

“… ¿Por qué la Saika-san del futuro querría matar a la Saika-san del presente?”

Sí, si era cierto todo lo que decía, no entendía por qué ella había viajado al pasado para matarse a sí misma. Saika asintió levemente y respondió a su pregunta.

“Mi propósito es uno solo, y ha sido el mismo por siempre… Simplemente quiero salvar al mundo y a todas las personas que viven en él.”

“… ¿Qué quieres decir con eso?”

Preguntó él frunciendo las cejas, mientras que Saika desvió un poco la mirada y continuó hablando.

“… No muy lejos en el futuro, mi mundo llegará a su “fin”.”

“¡¿…?!”

Mushiki se quedó sin aliento ante tan impactante declaración, pero a Saika no le importó su reacción y simplemente siguió con sus palabras.

“Y como soy la reina de ese mundo, es mi deber evitar eso, es mi deber “revertir” eso. Pero la única forma que tengo es esta, viajar al pasado, matar a mi yo de la actualidad para así adquirir el derecho sobre este mundo y tomar medidas para acabar con la raíz que pondrá fin a mi mundo. Claro que primero tengo que modificar la ley de la causalidad para no desaparecer luego de matar a mi yo del pasado.”

“¿Reina del mundo…? ¿Derecho sobre este mundo…?”

Mushiki solo se vio más confundido que antes, mientras que Saika no lo culpó en absoluto.

“Parece que no fusionaron sus recuerdos, qué desgracia… No, ¿tal vez debería decir qué suerte? Hay muchas cosas en mi cabeza que es mejor no saber.”

Dijo Saika criticándose a sí misma mientras se ponía un dedo en la cabeza. Era tanta la confusión que la expresión de Mushiki estaba deformada por ella.

“… Pero espera un momento, ¿en serio el mundo se acabará? Lo dices como si no fuera gran cosa…”

“El mundo no es tan resistente como crees que es. De hecho… el verdadero mundo ya fue destruido hace mucho.”

“… ¿Qué?”

Mushiki se quedó en blanco, sin poder entender las palabras de Saika.

“¿Qué estás diciendo…? ¿Entonces en qué mundo se supone que estamos?”

Mushiki puso una expresión de confusión al mismo tiempo que trataba de ponerse de pie. En respuesta, Saika respondió mientras deformaba su cara con una sonrisa.

“¿En serio lo preguntas? ¿No te das cuenta de que estamos dentro de la manifestación de mis dominios?”

Dijo ella, extendiendo ambos brazos como si estuviera presentando la ciudad laberinto en la que se encontraban.

“No juegues conmigo, sabes bien que no me refiero a…”

“Te equivocas, no estoy jugando contigo, las cosas son como las estás viendo. Además, te he estado respondiendo con toda la sinceridad del mundo.”

“¿Eh…?”

Mushiki quedó en desconcierto mientras que Saika bajó la mirada y continuó.

“La primera manifestación son “fenómenos”, la segunda manifestación consta de “materia”, la tercera manifestación es “asimilación” mientras que la cuarta manifestación es “dominios”… Actualmente, el estilo mágico más utilizado es la magia de manifestación, la cual se divide en esas cuatro categorías. ¿Entiendes todo hasta aquí?”

“…”

Saika preguntó con un gesto agraciado, pero Mushiki respondió con su silencio, manteniendo la mirada fija en ella. Saika entendió esto y asintió.

“Pero imaginemos que existe algo más allá de eso, la existencia de un poder superior a la cuarta manifestación a la que todos han conocido como el dominio del poder absoluto. ¿Qué crees que podría construir esa clase de poder?”

“Yo…”

Mushiki comenzó a pensar mientras observaba a Saika.

La segunda manifestación era capaz de materializar cosas, mientras que la tercera manifestación la asimilaba con el cuerpo, y al llegar a la cuarta manifestación, el mago podía manifestar una dimensión propia, la cual podía ser un espacio extremadamente amplio dependiendo de la habilidad del mago. Pero si existía un poder, una categoría, una fase superior…

“… Quieres decir que…”

Saika sonrió al ver la expresión de Mushiki al decir esas palabras.

“Exacto. Hablamos de la quinta manifestación… “un mundo” entero. El resto es sencillo. Este mundo al que ustedes llaman “Tierra” no es más que la manifestación de un planeta que ya fue destruido hace mucho.”

“…”

Mushiki no supo cómo reaccionar ante tal información, y menos dicha de forma tan casual.

“Hace quinientos años, a partir de entonces, el planeta que una vez era conocido como Tierra fue destruido. Cuando eso sucedió, utilicé la quinta manifestación para crear un planeta igual que la Tierra, dejando que los supervivientes del antiguo planeta lo habitaran… Claro que no todo salió a la perfección. Después de todo, tal y como te dije hace un rato, el mundo no es tan resistente como crees.”

“…”

“… Ja, parece que te mordieron la lengua los ratones. ¿O es que todavía no me crees?”

“¿Eh? Ah, no es eso.”

Mushiki negó con la cabeza.

“No me parece muy raro que ella haya hecho eso después de todo hablamos de Saika-san. Solamente estaba pensando en que he vivido los diecisiete años de mi vida en el maravilloso mundo creado por Saika-san. Ah, con razón el aire es tan rico.”

Al decir eso, Saika por un instante abrió los ojos con sorpresa para luego reírse.

“Jajaja. ¿Qué estás diciendo? Parece que la “yo” de este tiempo también eligió a alguien divertido.”

Y mientras la miraba, Mushiki tragó saliva. No es como si hubiera entendido todo lo que ella dijo. De hecho, muchas de las cosas que dijo no las pudo entender, a excepción de una sola… que el mundo estuvo a punto de desaparecer y Saika hizo algo para que no sucediera. Pero todavía había algo que no entendía. Mushiki movió lentamente los labios para preguntar.

“… Pero ¿qué necesidad hay de matar a la Saika-san de este tiempo? Es decir, si quieres evitar que eso suceda, solo tendrías que decírselo a tu yo del pasado…”

“Eso no sirve.”

Saika respondió con un tono de voz de resignación.

“Estoy segura de que mi yo actual no aceptará mi propuesta. Una propuesta que, aunque sea para salvar el mundo, implica hacer un gran sacrificio.”

“Un gran sacrificio…”

“… Exacto. Se necesitaría al menos el treinta por ciento de las personas de este mundo para estabilizarlo.”

“¡…!”

Mushiki se quedó callado por un instante.

“¿Entonces no solo trataste de matar a Saika-san sin que supiera nada de esto, sino que heriste a Ruri y a Kuroe y además de eso intentas sacrificar muchas más vidas?”

“No es como si no sintiera pesar por ello, pero, si no lo hago, mi mundo se destruirá y todas las personas que ahora viven en él perecerán… Por eso, no me queda otra que elegir qué mundo debe ser sacrificado…”

“No.”

De repente Mushiki interrumpió las palabras de Saika.

“… ¿Qué?”

“… Saika-san jamás diría algo como eso.”

Mushiki dijo eso con total confianza, lo que dejó desconcertada a Saika.

“… ¿Qué estás diciendo, chico?”

“Es imposible. Saika-san jamás tomaría una elección como esa. No importa cuán desesperada esté, Saika-san siempre buscaría una forma de salvarlos a todos.”

Al decir eso, la expresión en el rostro de Saika cambió a una de enojo.

“¿Y dices que yo no lo intenté? Busqué, pensé e hice cada cosa que se me ocurrió, y esta fue la única pizca de esperanza que pude encontrar…”

“Y aun si así fuera, incluso si así fuera, Saika-san jamás haría lo que tú estás haciendo. Porque ella, porque Saika-san ama a este mundo más que a nada.”

“¡…!”

La expresión de Saika volvió a cambiar. Por un instante cambió a una expresión de duda, luego pasó por una de enojo hasta llegar a una de ira.

“… Lo dices como si todo en este mundo fuera sencillo de resolver. ¿Qué es lo que podrías saber tú que no sepa yo?”

“Nada, y tampoco creo que todo en este mundo sea sencillo… pero lo único que digo es que no te comportas como lo haría la verdadera Saika-san.”

Él mismo sabía que estaba diciendo locuras. Después de todo, la chica frente a él, aunque era de un tiempo diferente, era la verdadera Kuozaki Saika. Mushiki no tenía intenciones de decir que sabía absolutamente todo sobre ella solo por haberse encontrado y fusionado con ella. Después de todo, no compartía pensamientos con ella, tampoco compartieron recuerdos al momento de la fusión, y, por si fuera poco, la única vez que intercambió palabras con ella fue justo antes de que la muerte los acechara. De hecho, puede que simplemente tuviera una visión demasiado adornada de la chica que era su primer amor, hasta el punto de negar las palabras que ella misma le estaba diciendo frente a él. Pero aun así no se dio por vencido; tenía una confianza mezclada con una leve locura… Confiaba en que esa persona, aquella hermosa y poderosa mujer que cambió su vida, jamás tomaría una decisión como esa.

“Ja. Vaya locuras las que dices. Si yo no me comporto como Kuozaki Saika, ¿entonces quién sí lo hace?”

El amor es ciego. El amor puede llegar a ser fanatismo. Mushiki extendió su mano derecha hacia el frente, y luego con uno de sus dedos se presionó el pecho.

“… Ahora, en ese mundo y en este mundo… yo soy la verdadera Kuozaki Saika.”

“Ja…”

Y en respuesta a esas palabras llenas de confianza…

“… Jajajajaja, ¡¡jajajajajajaja!!”

Saika comenzó a reír sin parar, sin poder contenerse más.

“Me sorprendiste con ese comentario… En serio, incluso los idiotas se ven deslumbrantes con frases como esas.”

Luego de reír, miró intensamente a Mushiki a través de los dedos de su mano con los que se tapaba el rostro.

“…Pero parece que estás malinterpretando algo. En realidad no tengo intenciones de entablar un debate contigo ni mucho menos buscar tu aceptación. Mi único objetivo es robarle el puesto de reina del mundo a mi yo de este tiempo, y como ahora mismo tú estás fusionado con su cuerpo… ¡eso quiere decir que pase lo que pase vas a morir!”

Al decir eso, ella extendió sus manos con una expresión muy exagerada. Entonces, el segundo y tercer emblema del mundo que había encima de su cabeza brillaron con más fuerza.

“¡…!”

Mientras Mushiki entrecerraba los ojos ante el brillo, las luces comenzaron a reunirse alrededor del cuerpo de Saika y rápidamente estas formaron dos objetos. Una era un largo bastón de hechicero con una bola en la parte superior, una que se veía como la tierra misma. Y la otra cosa era un vestido de luz que rodeó su cuerpo. Todas esas cosas, junto a la figura de sus emblemas del mundo, cambiaron la figura de Saika a la de una verdadera “bruja”. Estas eran la segunda y tercera manifestación de Kuozaki Saika, la Bruja de Colores Resplandecientes. Mushiki estuvo a punto de perderse en esa figura tan pulcra y hermosa, pero no era momento para eso.

“Fuh…”

Saika movió el bastón, que era más largo que todo su cuerpo mismo, y lo golpeó en el suelo. Al hacerlo, el espacio de la ciudad laberinto en el que estaban de repente cambió.

“¡¿Qué…?!”

Ahora estaban en un mar tormentoso. No… no era un mar común y corriente. La superficie del agua era como los brazos de un monstruo, moviéndose a voluntad, tratando de tragarse a Mushiki. Este fue absorbido por el agua en un instante, y sin fuerzas para resistirse fue atrapado en un remolino. Sin poder siquiera respirar, sus brazos, cabeza, piernas y torso fueron sacudidos por una gran fuerza que quería torcer todo su cuerpo.

“…, ¡…!”

Estuvo a punto de desmayarse, pero logró mantenerse despierto para poder usar las esferas de luz de su primera manifestación con el fin de salir del agua.

“Haaah… Haaah…”

“Jajaja, eso no estuvo nada mal.”

Saika, que estaba flotando en el aire, se rio, y seguido de eso apuntó hacia el cielo con su bastón.

“Pero espero que no creas que hemos terminado. Aquí, dentro de mi cuarta manifestación, puedo recrear cualquier escenario que yo quiera. Así que espero que disfrutes aprendiendo por qué me llaman la Bruja de Colores Resplandecientes.”
Luego de decir eso, el bastón de la bruja comenzó a brillar, y la figura de la intensa tormenta marina volvió a cambiar. En el cielo apareció una gran columna de hielo, mientras que en la tierra un campo de lava hirviente. En un abrir y cerrar de ojos, el espacio en donde Mushiki y Saika se encontraban se convirtió en un gran cráter.

“¡¿Guh…?!”

El calor era tan intenso que quemaba su piel y sus tejidos, y sin poder mantener siquiera los ojos abiertos, Mushiki los cerró mientras tosía. Pero no por eso Saika lo dejaría descansar. Mientras él tenía los ojos cerrados, la lava comenzó a tomar la forma de un dragón.

“Eh…”

Mushiki se sorprendió al ver eso. El dragón cada vez se hacía más grande, abriendo sus enormes fauces para tragarse a Mushiki. De repente pensó que iba a morir ya que, después de todo, aun si no lo atrapaba con su enorme boca, con solo tocarlo le quemaría el cuerpo hasta hacerlo cenizas.

“…”

Pero incluso en medio de una inminente muerte, la conciencia de Mushiki dejó atrás el miedo, el dolor y la desesperación y se concentró en otra cosa. Si esperaba unos segundos más, la piel de Mushiki… no, la hermosa piel de Saika, iba a ser quemada. ¿Quemada? No, rostizada hasta que no quedara nada de ella. Su cuerpo, el cuerpo de la mujer más hermosa de este mundo, el cuerpo de aquella obra de arte creada por los mismísimos dioses. Mushiki por supuesto no iba a permitirlo.

“¡No dejaré que sigas hiriendo el cuerpo de Saika-san…!”

Mushiki gritó eso y extendió una de sus manos hacia el dragón de fuego. No tenía pruebas, pero tampoco dudas, pues sabía que este cuerpo, al igual que el de su enemiga, era el de la maga más poderosa de todas, Kuozaki Saika. Por eso no había imposibles para él, pues tampoco lo había para la dueña de este cuerpo.

“¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah…!”

El dragón de fuego se tragó el cuerpo de Mushiki. Un calor inmenso se hizo con la atmósfera alrededor, pero…

“Oh…”

Luego de unos segundos, Saika soltó una pequeña voz de admiración. Y no era para menos, pues Mushiki, que había sido absorbido por el dragón, seguía allí vivo, flotando en el aire. Saika dijo eso entrecerrando los ojos, viendo nuevamente y de forma muy detenida a Mushiki.

“…”

Mushiki mientras tanto estaba recuperando el aliento, iluminado por luces de colores resplandecientes. Hacía tan solo unos instantes sintió cómo sus pulmones y nariz se estaban quemando con solo respirar, pero ahora no sentía casi nada de calor. Y es que también era natural… Después de todo, Mushiki ahora tenía tres emblemas encima de su cabeza y un bastón en su mano, y su cuerpo estaba envuelto por la manifestación de un vestido brillante. Sí, eran la segunda y tercera manifestación de Kuozaki Saika. Mushiki había reproducido lo mismo que tenía la Saika frente a él.

“… Gracias, me tomé el atrevimiento de usarte como ejemplo para hacer esto. ¿No te parece que es algo tonto mostrarme todos tus trucos bajo la manga?”

Dijo Mushiki con una sonrisa, imitando la forma de hablar de Saika.

“Qué interesante. Me pregunto qué tanto podrá durar un impostor con mi cuerpo.”

“¿Qué tanto, dices? Qué expresión tan curiosa. Es decir, hablas como si estuvieras ganando.”

“Ja…”

Saika sonrió con gracia y luego apuntó hacia delante con su bastón, mientras que Mushiki movió el suyo, imitando sus movimientos por completo. En ese instante, un cuarto emblema apareció encima de Mushiki, tomando la figura de un sombrero de bruja.

“Apertura Universal.”

“De este modo, el cielo y la tierra están en mis manos.”

“Dame tu lealtad.”

“Pues yo…”

“… Haré de ti una novia.”

Al decir esas palabras al mismo tiempo, el escenario en el que estaban volvió a cambiar. Ahora se encontraban en un espacio donde el horizonte continuaba hasta el infinito, un desierto de arena. Un escenario descarrilado, producto del choque de dos cuartas manifestaciones.

“Agítate…”

“¡Haah…!”

El viento comenzó a agitarse en respuesta a las voces de ambos, con la arena levantándose del suelo y formando dos enormes remolinos. Los remolinos de tierra luego tomaron la forma de serpientes, peleando entre los dos mientras disparaban arena y grava hacia los alrededores.

“Ja. Ya veo de dónde sacaste el valor para decir todo eso. ¡Déjame elogiarte por dominar mis hechizos en tan poco tiempo! ¡Es más, por favor, enséñame el truco!”

Saika rio con fuerza, moviendo su bastón en círculos.

“Pero… ¿de verdad crees que podrás vencerme de esta forma?”

En respuesta a eso, el espacio en el que ambos estaban comenzó a distorsionarse; probablemente iban a viajar a otro territorio.

“…”

Mushiki agudizó su consciencia, viendo fijamente los movimientos de Saika e incluso su flujo de poder mágico. Se sentía extraño. Por alguna razón podía percibir todos los detalles del mundo del dominio de Saika luego de manifestar el vestido de su tercera manifestación.

“Cuarta manifestación…”

Casi inconscientemente, Mushiki también comenzó a mover su bastón imitando los movimientos de Saika. Así, el escenario volvió a cambiar alrededor de ambos. Su vista estaba llena de las figuras de los innumerables rascacielos que formaban la ciudad laberinto. El escenario que Saika había manifestado ahora era el primero de todos.

“… Sí, aquí me siento más cómoda. Ya sabes lo que dicen, no hay nada como el hogar.”

Saika asintió satisfecha y luego miró a Mushiki con una sonrisa.

“Quisiera jugar un poco más contigo, pero lastimosamente ya se me está acabando el tiempo… Terminemos con esto.”

Ella dijo eso y luego pateó el suelo. Al hacerlo, su cuerpo se elevó en el aire como si la gravedad se hubiese invertido.

“¡…! ¡Espera…!”

Él no sabía lo que estaba tramando, pero, fuera, lo que fuera, no podía permitirlo, así que Mushiki también se impulsó desde el suelo y la siguió. Ambos volaron hacia arriba, más y más arriba, incluso más alto de lo que llegaban los rascacielos invertidos. Así, Mushiki pasó por un gran escudo de nubes, llegando hasta el azul del cielo.

“¿Qué es…?”

Rápidamente se sorprendió al ver lo que allí yacía. Era un grupo de rascacielos invertidos, tantos que formaban una especie de montaña. Y en la cima, también del revés, estaba el mismo paisaje urbano que Mushiki había visto antes. Ya lo conocía, pues era la cuarta manifestación que usó contra Anviet el mismo día que se fusionó con Saika.

Saika se elevó tranquilamente sobre el paisaje que se veía como la boca y los colmillos de una enorme bestia, y luego agitó su bastón hacia Mushiki.

“Se acabó.”

Al decir eso, el cielo y la tierra comenzaron a acercarse a Mushiki, como si trataran de aplastarlo.

“¡Kuuh…!”

Mushiki rápidamente agitó su bastón, reunió su poder mágico y le transmitió su orden al mundo. Sin embargo, el dominio que estaba compuesto por la mitad de la cuarta manifestación de Mushiki no le hizo caso. Entonces Saika sonrió audazmente.

“Dije que se acabó, ¿o acaso no me escuchaste, Mushiki?”

Dijo Saika claramente, enfatizando el nombre de Mushiki como si fuera su manera de reconocer y homenajearlo a él, y no a la Kuozaki Saika que el chico trataba de imitar.

“Hiciste un gran trabajo, y tu imitación de mí fue maravillosa. No importan las circunstancias, el talento siempre debe ser homenajeado. Pero si lo vemos de otra forma, al final una imitación no es más que eso. Desde el inicio fue absurdo tratar de vencerme, y menos cuando lo único que puedes hacer es imitarme.”

“Ah…”

Mushiki escuchó aquella hermosa voz sacada directamente de su garganta, y finalmente su consciencia cayó en la oscuridad.

 

 

“… ¿Umm?”

De repente Mushiki se encontró sentado en un asiento dentro de un aula de clases. No parecía una de las aulas que había en el Jardín, sino más bien una mucho más normal. No, normal… tampoco es la palabra precisa. Al otro lado de la ventana solo había un espacio en blanco, como si estuviera en una dimensión donde solo existía esta aula de clases.

“¿Dónde estoy…? ¿Acaso de verdad he…?”

Mushiki se miró sus propias manos, tratando de recordar lo que había pasado antes de perder la consciencia.

“Es cierto. Estaba peleando contra la Saika-san del futuro, y me derrotó…”

Pero dejó de hablar justo ahí, y la razón era simple: no eran las manos de Saika lo que estaba viendo, sino las suyas. Por supuesto, no solo eran sus manos, sino que sus piernas y la sensación de su rostro también habían vuelto a su forma original. En algún punto tuvo otra transformación. Aunque tal vez este lugar era el mundo después de la muerte, y si ese tipo de lugar existía, no sería raro que Mushiki hubiera llegado hasta aquí con su forma original y no con la de Saika.

“¿Acaso… estoy muerto…?”

Dijo lentamente, casi de forma inconsciente. Pero para su sorpresa no sentía enojo, remordimiento o tristeza, sino que estaba calmado, como si no fuera asunto suyo, como si fuera otra persona escuchando su propia voz. Pero luego una duda más atacó la mente de Mushiki, y con ella llegó cierta posibilidad.

Si él estaba muerto, puede que el cuerpo de Saika también lo estuviera, y no solo eso, sino que también significaría… que no pudo evitar que la Saika del futuro tomara la peor decisión de su vida.

“Yo, yo…”

Mushiki apretó con fuerza los puños llevado por la impotencia, y luego los golpeó contra el suelo. Pero…

“… Todavía no es momento para los remordimientos. Todavía no ha terminado para ti.”

“¡…!”

Mushiki escuchó la voz de alguien más y levantó la mirada rápidamente. En su sorpresa, su corazón latió con fuerza, pero aquello no fue porque le hablaran de repente o por las palabras que le dijeron… sino porque reconoció de quién era esa voz.

“Ah…”

Mushiki abrió y cerró los ojos y luego miró hacia delante. Allí pudo ver un pizarrón negro, el podio y un escritorio de profesor. Y encima de ese podio, una chica estaba sentada.

“Tú eres…”

Al verla, Mushiki se quedó sin palabras.

“Ni siquiera yo pude contra ella. Y probablemente nadie de este mundo pueda vencerla. Pero…”

La chica extendió lentamente una mano.

“Lo diré una vez más: me alegro de que hayas sido tú el que apareció frente a mí.”

 

 

“…”

Kuozaki Saika suspiró levemente y luego hizo desaparecer su cuarta manifestación. El cuarto emblema del mundo sobre su cabeza desapareció junto con su luz, y al mismo tiempo los edificios en forma de colmillos que habían atrapado a Mushiki desaparecieron volviendo nuevamente el mismo paisaje urbano en medio de un atardecer. No obstante, ella todavía tenía tres emblemas sobre su cabeza. Esto era porque, aunque la diferencia entre sus poderes era clara, todavía seguía en guerra con el cuerpo de su yo del pasado. Simplemente no podía bajar la guardia hasta comprobar que estaba muerta. Pero esto era solo por si acaso. Ella sabía que su golpe había impactado de forma directa, y con ello estaba segura de que tanto su yo del pasado como Kuga Mushiki ya estaban muertos. Pero, cuando un mundo perdía a su rey, este comenzaba a destruirse, por lo que tenía que arrebatarle la autoridad sobre este lo antes posible.

“… Al final las palabras solo son eso, palabras.”

Murmuró Saika, como si estuviera decepcionada por algo. Pero rápidamente trató de retractarse… La decepción solo es el resultado de una expectativa no cumplida, por eso se retractó, porque no creía que fuera algo que estuviera realmente sintiendo. Sin embargo, tampoco podía negar que hacer esto no le causaba un gran dolor en el alma. Después de todo, ese chico era una parte más del mundo que Saika amaba, alguien a quien originalmente debía proteger y salvar. Lo mismo para Ruri. Tuvo que deshacerse de ella ya que estaba del lado de la Saika del pasado, a la que tanto respetaba, pero su ataque fue lo suficientemente controlado como para no matarla y darle la oportunidad de curarse, pues de haberlo querido la habría matado en ese momento.

… No, ahora todo eso no eran más que tonterías. Saika pensó en eso mientras negaba con la cabeza.

“… Muy bien…”

Y luego, Saika observó el cuerpo de su yo del pasado para comprobar que estaba realmente muerta… y en ese mismo instante…

“…”

Primero, un gran remolino de aire sopló alrededor del jardín frontal de la residencia, y luego la figura de alguien apareció justo en el centro. Por un instante pensó que se trataba de su yo del pasado… pero no, era un chico el que apareció allí parado, con la mirada un tanto perdida. Su cabello carecía de color y sus extremidades no eran realmente musculosas. Aparte de eso, no tenía ningún otro rasgo que fuera digno de mención.

“¿Qué…?”

Pero, al verlo, Saika puso una expresión de sospecha. Y era una reacción natural, puesto que en este Jardín solo estaba ella, su yo del pasado y la sirvienta a la que derrotó al principio.

“… No, esto es…”

Pero Saika rápidamente llegó a otra conclusión al ver al chico.

“Transformación de existencia. Así que tu cuerpo original se manifiesta con más fuerza usando la “muerte” del cuerpo principal como desencadenante para cambiar.”

“…”

En reacción a esas palabras, el chico levantó la mirada. Una mirada vacía, sin siquiera rasgo de conciencia, estaba viendo fijamente al rostro de Saika. Sin embargo, ella no se confió y tomó con fuerza su bastón.

Si Mushiki seguía con vida, eso significaba que su yo del pasado también estaba viva. Aunque ahora mismo estuviera en un estado de muerte por el ataque de Saika, como Mushiki seguía con vida, su contraparte no tardaría mucho en recuperarse.

“Lo siento. En serio, no tengo nada en contra de ti, pero no puedo dejar que mi yo del pasado siga viva.”

Con eso dicho, ella agitó su bastón y nuevamente un cuarto emblerma apareció encima de su cabeza.

“… Al menos acepta esto como una disculpa. Te dejaré morir de la misma forma que “yo”.”

En un abrir y cerrar de ojos, el mundo cambió. En el cielo y en la tierra aparecieron los rascacielos que formaban una gran boca con colmillos. De todos los infinitos paisajes y escenarios que poseía la cuarta manifestación de Saika, este era el lugar más parecido al mundo original, el paisaje de una ciudad, aunque distorsionado. Aunque la capacidad de reproducir todo tipo de escenarios y paisajes no era más que algo extra para Saika. Después de todo, la esencia de la magia de Saika radicaba en la observación y elección de posibilidades y el poder de manipular el destino y construir el futuro que ella deseara. Por eso no había nadie capaz de derrotarla dentro de estos dominios, sus dominios.

“Cuarta Manifestación, Mundo de Posibilidades (Void Garden).”

Con esas palabras, los edificios comenzaron a moverse como las fauces de una bestia, acercándose a Mushiki. Él no se movía, o mejor dicho, no podía moverse. Simplemente se quedó esperando la inevitable muerte que lo acechaba desde arriba y abajo. Finalmente, los colmillos chocaron uno contra otro para triturar a Mushiki. Pero…

“¿…?”

Saika frunció levemente las cejas. Cuando los rascacielos chocaron unos contra otros, estos comenzaron a agrietarse y las sólidas paredes se transformaron en arena.

“¿Qué…?”

Se veía sorprendida, puesto que era la primera vez que veía algo como esto. Y desde dentro de esa arena…

“…”

apareció Mushiki sin un solo rasguño.

“No puede ser…”

Saika no se lo podía creer, y es obvio. Justo en la cabeza de Mushiki se podía ver un tenue emblema del mundo con la forma de un cuerno o tal vez una espina.

“…”

Delgado, apenas visible; sentía como si algo así la estuviera atravesando. Extendiéndose, expandiéndose; sentía como si algo estuviera fundiéndose con su mundo. Mientras tanto, Mushiki, que ahora tenía su forma original y no la de Saika, se encontraba viendo fijamente a Saika desde el montón de arena. Tenía una sensación extraña, como la vez que tuvo que manifestar magia usando el cuerpo de Saika. Pero ya no se encontraba en el cuerpo de Saika, estaba en su forma original, y no debía ser capaz de usar la magia en este estado. Pero por eso mismo, lo que Mushiki estaba usando ahora mismo era… su propia magia.

“Aah…”

Y, por supuesto, él jamás había usado magia por su cuenta, por eso nunca se había imaginado siquiera qué tipo de magia sería, qué función cumpliría y cuáles serían sus efectos. Pero… ah, pero… Mushiki tenía una gran experiencia acumulada en esta magia de principiantes. Una sensación que no existía en él al principio, claramente existía ahora, la sensación de haber manipulado la magia de la maga más fuerte del mundo, la reina de este mundo, Kuozaki Saika… la Bruja de Colores Resplandecientes. Lo único que tenía que hacer ahora era simplemente usarla de la misma forma, solo eso… Y así, la magia original que jamás existió, la magia de Kuga Mushiki, entró en escena en este mundo.

“… Ya veo. Así que tú también eres un mago. Qué trucos tan baratos usas.”

Dijo Saika, entrecerrando los ojos mientras flotaba en el aire.

“¿Y eso qué? ¿Qué crees que puedes hacer con una magia tan débil, con una primera manifestación?”

Eso era lo que él quería saber. Su magia recién había nacido, por eso tampoco sabía cómo usarla como era debido. Pero dejando eso de lado, ya tenía una respuesta más para Saika.

“… Puedo salvarte.”

“…”

Saika intensamente a Mushiki al escuchar esa respuesta tan directa y decisiva.

“¿Acaso entendí mal? ¿Dijiste que… me puedes salvar?”

Saika miró a Mushiki con una clara mirada de ira y desprecio, pero mezclada con una expresión de confusión. Mushiki levantó la mirada lentamente hacia ella.

“… Saika-san, tu objetivo no es intercambiar lugares con tu yo del pasado, sino evitar la destrucción del mundo… ¿verdad?”

“… ¿Y qué con eso?”

Mushiki se puso uno de sus dedos contra el pecho.

“Entonces, si es posible cambiar ese futuro, no es necesario que mates a Saika-san.”

“Deja de burlarte de mí. ¡Ni siquiera yo pude evitar la destrucción! ¡¿Cómo sugieres que la evite sin hacer ningún sacrificio?!”

“… Lo sé, no es algo sencillo de hacer. Pero al menos, por lo que a mí me consta, hay una diferencia abismal entre tú y la Saika-san del presente.”

“… ¿Qué dices?”

Saika lo miró con duda, mientras que Mushiki la vio directamente a los ojos y respondió.

“… Me refiero a mí. Estoy seguro de que yo podré salvar a Saika-san. Lo sé porque fue gracias a ti que pude conocerla. Fue gracias a ti que mi vida dio un giro completo.  ¡Por eso… estoy seguro de que yo jamás dejaría que eligieras un destino que te hiciera poner la cara que ahora tienes…!”

“¡…!”

Solo por un instante, esas palabras hicieron que Saika se quedara en silencio, pero su expresión volvió a deformarse nuevamente.

“¿Y crees que podrás hacerlo? ¡¿Tú, un don nadie que de casualidad se encontró con mi yo del pasado a punto de morir?! ¡Nunca sabrás lo que es ver cómo la tierra y el cielo se parten en pedazos! ¡Nunca sabrás lo que es ver a las personas de todo el mundo gritar de desesperación! ¡Jamás lo sabrás! ¡Nunca sabrás lo que es ver el mundo acabándose y llevándose con él a todas las personas que amas…!”

Finalmente, ella liberó una voz de tristeza, con una cara de ir a romper en llanto en cualquier momento.

“Nunca diré que este sea el método correcto de hacer las cosas, tampoco voy a reprochárselo si alguien me considera la mala de esta historia, ¡pero aun así voy a matarte, lo haré para salvar mi mundo…!”

Saika dijo eso mientras miraba con una mirada fulminante a Mushiki. Mientras, él, aceptando esa mirada, respondió.

“… En ese caso, yo te derrotaré, y lo haré para salvarte a ti.”

“¡Deja de decir… estupideces!”

Al mismo tiempo que gritó eso, un sinnúmero de rascacielos y campanarios aparecieron detrás de ella. Todos estaban apuntando hacia Mushiki, y desde la punta de cada una de estas edificaciones se disparó un tremendo poder mágico. Cada uno de esos ataques era mortal, lleno de colores resplandecientes. Era hasta imposible contar cuántos eran, y cada uno de esos innumerables ataques se acercaba a Mushiki. Pero aun en medio de tal situación de vida o muerte, Mushiki permanecía tranquilo.

“No pude hacer nada contra ti con el cuerpo de Saika-san ni con su magia. Tampoco es de sorprenderse, y menos cuando me enfrento a la verdadera Saika-san.”

“Pero…”, dijo él mientras la miraba a los ojos.

“Incluso yo tengo algo con lo que puedo vencerte.”

Él sintió cómo sus sentidos se agudizaron al mismo tiempo que veía aquellos colores arcoiris acercándose. Si Mushiki moría aquí, el mundo se salvaría justo como la Saika del futuro había declarado, sabiendo que aun así tendría que sacrificar muchas vidas más, pues para salvar a las personas del mundo tenía que desechar a las demás que también amaba… Y por eso mismo, él no podía permitirse morir.

“Segunda Manifestación…”

Mushiki soltó esas palabras por la boca en medio de su vaga consciencia. Y entonces, un nuevo emblema apareció en su cabeza.

“Hollow Edge (Espada del Vacío)…”

En respuesta a su voz, su poder mágico se concentró en su mano, tomando la forma de una espada. Era una espada transparente, como si estuviera hecha de hielo, una espada apenas visible que podría considerarse invisible si no hubiera una luz que la iluminara.

“Hay algo en lo que nunca perderé contra ti, y eso es…”

Pero él tenía la certeza… ¡de que esta pequeña arma era el único colmillo capaz de herir a la bruja más poderosa…!

“¡Mi amor por Saika-san…!”

Mushiki vio fijamente hacia el tenaz ataque envuelto en una ola de furia, y luego apuntó la punta de su espada contra ella.

“¡¡Cae de una vez por todas, ilusión de mí!!”

Saika gritó atacando con su segunda manifestación en forma de bastón. Y en respuesta a esa orden, el bastón liberó una gran ráfaga de poder mágico que iba directo a matar a Mushiki. Este era un ataque, un cañonazo compuesto del poder mágico de la Bruja de Colores Resplandecientes, y cualquier persona común y corriente moriría reducida a cenizas con tan solo acercarse a él. El ataque era tan fuerte y el poder mágico tan denso que podría incluso cambiar el ambiente mismo si no fuera porque esto era parte de su cuarta manifestación; así de mortal era este ataque. Pero…

“¡¿…?!”

Al siguiente instante, Saika se quedó sin palabras. La razón era simple: Mushiki se había acercado a ella como si fuese un rayo de luz directo a los ojos.

“Imposible…”

En su mano cargaba una espada transparente sostenida hacia delante mientras que en su cabeza tenía dos emblemas del mundo, pero también tan efímeros como el reflejo del agua. Cada uno de los emblemas tenía la forma de un cuerno, o quizás una aguja, algo puntiagudo. Pero, al unirse, ambos formaron la silueta de lo que parecía ser una corona.

“…”

Y así, en silencio, sin decir una sola palabra, Mushiki enterró con facilidad esa espada en el pecho de Saika. Había logrado atravesar el cuerpo de Saika sin dificultad ni resistencia alguna. Ignorando por completo la barrera mágica a su alrededor e incluso su tercera manifestación, que era su vestido.

“Ah…”

De repente, y sin darse cuenta siquiera, ella soltó una pequeña voz. No sentía dolor alguno, y de su cuerpo tampoco salió sangre, pero, en cambio, el bastón que tenía en su mano, el vestido que cubría su cuerpo y los emblemas del mundo en forma de sombrero de bruja desaparecieron como partículas de luz. Poco a poco, las pequeñas partículas de luz se fueron esfumando, y las manifestaciones del poder mágico de la bruja también desaparecieron en el cielo.

“…”

Saika sintió algo extraño mientras observaba este escenario increíble. No era indignación, tampoco era tristeza, y mucho menos desesperación por no haber podido salvar el mundo. 

La esencia de la magia de Saika era la observación y la elección de posibilidades. Una vez activada su cuarta manifestación, nadie dentro de ella podía escapar de esa ley. Por eso, este resultado, este final era…

“… Ja.”

Saika escuchó cómo esa risa salía de su propia boca.

“…”

El cielo se teñía de colores resplandecientes. Allí, Mushiki estaba haciendo todo lo posible por mantener viva su consciencia a punto de desvanecerse, con su aliento al borde de detenerse también luego de usar casi inconscientemente su espada. Pero no podía desmayarse justo aquí, no podía permitirse morir justo ahora. Era la primera vez que usaba una magia propia, y, aunque su cuerpo estaba gritando de dolor por eso, se aferró a los sentimientos que tenía por Saika. Por eso, Mushiki se dio cuenta de ‘’ello’’ solo cuando lo sintió en su cabeza.

“¿Eh…?”

Saika estaba acariciando la cabeza de Mushiki. Aquello fue tan impactante que rápidamente alzó la mirada hacia ella. Lo que vio fue el cuerpo, la figura de Saika sin una sola prenda, mirándolo con una cálida sonrisa.

“Espero que con todo lo que dijiste no dejes que mi “yo” actual tome el mismo camino que yo.”

Al mismo tiempo que ella decía eso, el cielo sobre ellos comenzó a agrietarse y la dimensión en la que estaban se rompió.

“Saika-sa…”

Él intentó llamarla por su nombre, pero no terminó de hacerlo. Mushiki ya había rebasado su límite hacía mucho, y su consciencia estaba siendo reclamada por las sombras una vez más. Pero lo último que pudo escuchar fue…

“Por favor, cuida de “mí”, Mushiki.”

aquellas palabras de Saika.

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